El origen, en tanto principio, es conceptualizado por la filosofía como arkhé, así que si hay que identificar una escena originaria de la tradición mexica-tolteca ésta se encuentra en la concepción de Huehueteotl –de huehuetl: viejo y de teotl: energía creativa- a quien se le identifica con el fuego, así que es este el primer elemento. Esta cosmogonía ubicó al sol como un ser con antecedentes arcaicos en la gestación y en la formación del universo, a partir de la concepción de equilibrio al que los mexicas-tenochcas llamaron atlachinolli y es precisamente el signo (palabra) que nace del pico del águila posada en el nopal, esculpida en el Teocalli de la guerra sagrada del Museo de Antropología.